Te despiertas
un día más con la mejor de tus intenciones, para volver, como cada día, a
enfrentarte al mundo.
Un mundo que
es hostil contigo, que cada día te somete a nuevas pruebas, a nuevos desafíos,
a continuos problemas que debes solucionar.
Unos días te
despiertas con una actitud positiva, con la seguridad de poder con todo, y
otros no tienes fuerzas para, ni siquiera, salir de la cama y meterte en la
ducha, pero al final lo haces, porque es lo que “debes hacer”, tienes
demasiadas responsabilidades para dejarte vencer, por lo que debes ser fuerte y
seguir adelante.