miércoles, 2 de marzo de 2016

“Entrena, entrena, entrena, y cuando no tengas ganas de entrenar…sigue entrenando”

Hace muchos años un gran amigo mío me dijo que la vida era como una mesa que se sostenía sobre cuatro patas, de las cuales dependía su estabilidad:

La familia (amor), los amigos, la salud y el trabajo (dinero)

También me dijo que, a lo largo de la vida, hay etapas en las que una de las patas se puede romper. Estas etapas son lo que llamamos crisis, y es en estos momentos de crisis en los que debemos ser conscientes de nuestra realidad, y centrarnos en arreglar nuestra pata para volver a tener estabilidad, ya que, si no lo hacemos, se puede producir efecto en cadena que haga que se rompan más patas y que nuestra mesa se caiga al suelo.

Este coraje para afrontar estas crisis e intentar salir adelante en busca de nuestra estabilidad vital y hacer que nuestra mesa, no solo no se caiga, sino que se refuerce sobre patas o pilares más sólidos es lo que actualmente llamamos “resiliencia”, aunque de toda la vida se le ha llamado “echarle huevos y tirar p´alante”.

¿Y cómo hacemos para arreglar nuestra mesa? Pues no tengo recetas mágicas, pero os voy a contar algo que me ocurrió a mí.