Hace muchos
años un gran amigo mío me dijo que la vida era como una mesa que se sostenía
sobre cuatro patas, de las cuales dependía su estabilidad:
La familia (amor), los amigos, la salud y
el trabajo (dinero)
También me
dijo que, a lo largo de la vida, hay etapas en las que una de las patas se
puede romper. Estas etapas son lo que llamamos crisis, y es en estos momentos de crisis en los que debemos ser conscientes de nuestra realidad, y
centrarnos en arreglar nuestra pata para volver a tener estabilidad, ya que, si
no lo hacemos, se puede producir efecto en cadena que haga que se rompan más
patas y que nuestra mesa se caiga al suelo.
Este coraje
para afrontar estas crisis e intentar salir adelante en busca de nuestra
estabilidad vital y hacer que nuestra mesa, no solo no se caiga, sino que se
refuerce sobre patas o pilares más sólidos es lo que actualmente llamamos “resiliencia”, aunque de toda la vida
se le ha llamado “echarle huevos y tirar
p´alante”.
¿Y cómo hacemos para arreglar nuestra mesa?
Pues no tengo recetas mágicas, pero os voy a contar algo que me ocurrió a mí.