Me gustaría
que te hicieras esta pregunta a ti mismo y dedicaras unos segundos a pensar la
respuesta antes de continuar leyendo este post.
Otra cosa que
te pido es que seas sincero contigo mismo, nadie más que tú va a saber la
respuesta, no tienes una cámara detrás de ti ni a nadie leyendo tu mente, te lo
prometo.
Bien, ¿ya tienes un Sí o un No?
¿O quizá tienes un…Depende?
Entonces
continuemos con otra pregunta, a lo mejor te lleva un poco más de tiempo
contestártela, pero de igual manera…
!!!!! No te
mientas !!!!! La pregunta es:
¿Por qué?
¿Por qué crees que eres “Rebelde”, o que no lo eres, o que…Depende?
¿Ya tienes la
respuesta?
¿Sí?
Enhorabuena, a mí me costó años entender si lo era o no, y sobre todo…Por qué.
Y ya que un
día me planteé esas preguntas que os acabo de hacer, os aseguro que al
finalizar el post os daré mi propia respuesta, pero antes de todo eso quiero
haceros una tercera pregunta:
¿Cuándo habéis pensado en “Rebelde”…lo habéis hecho desde un punto de
vista positivo o negativo?
Es decir, ¿pensáis que ser “Rebelde” es bueno o es malo?
Fijaos, si
leemos en el diccionario el significado de “Rebelde”
, nos diría algo así:
1) Persona que se opone al poder o la autoridad
2) Persona difícil de dirigir o controlar
Entonces…os
vuelvo a hacer la pregunta, ¿ser rebelde es bueno o es malo?
Difícil de
contestar, ¿cierto?
Os voy a
contar un secreto, siempre que hago una entrevista a un candidato para
cualquier posición le hago esas 2 preguntas, si se considera una persona
rebelde y por qué, ya que la respuesta a estas preguntas están muy en el
interior de nosotros mismos y dan una imagen muy clara de la manera de ser,
pensar y actuar que tiene cada persona.
Fijaos, en
principio, parecería que un trabajador rebelde puede ser malo: “Alguien que se
opone al poder o la autoridad y que es difícil de dirigir o controlar”…
!Vaya! No
quiero a nadie así conmigo, bastantes problemas tenemos ya para que venga un
revolucionario a destrozarlo todo, pero…
-
¿Y si eso es lo que necesita mi organización/mi
sociedad/mi país/el mundo?
-
¿Y si estamos haciendo las cosas mal porque
nadie cuestiona que se pueden hacer mejor?
-
¿Y si nuestra empresa, sociedad, país, mundo no
avanza porque nadie se atreve a dar un paso al frente y plantar cara a la
autoridad?
Ah bueno,
entonces sí, claro, es necesario que vengan grandes líderes visionarios a
cambiar las cosas. Pero que vengan otros a cambiarlas, porque si lo hago yo…
Porque ser “Rebelde” es difícil, ¿cierto? Podemos
tener una vida más fácil si nos adaptamos a lo que nos dicen que si nos
rebelamos, ¿verdad?
Y esto…¿por
qué?¿Por qué pensamos así?
Si a nosotros
nos gusta el concepto “romántico” de
Rebeldía, si en las películas los “Rebeldes”
siempre son los buenos y ganan luchando contra el poder opresor, ya sea en
culturas indígenas, en revoluciones de pueblos contra caudillos, en imperios
pasados o incluso en mundos futuros dominados por máquinas…siempre nos gustaría
ser ese héroe(o heroína) que consigue ganar, ese David que vence a Goliat, ese
débil que puede al todopoderoso.
Pues porque
nos “programan” para pensar así. Nos
“programan” para no rebelarnos, para someternos, para pensar como quieren que
pensemos y para actuar como quieren que actuemos.
Pero bueno,
siempre nos quedarán las películas para soñar que somos el héroe/heroína “Rebelde” que gana al todopoderoso (y
que se lleva al chico o a la chica).
En este punto
podéis pensar…!!! Oye, que a mi no me manipula nadie !!! Yo hago todo lo que
quiero, y la gente que se rebela son antisistema, o fanáticos, o gente
improductiva, que lo único que quieren es desestabilizar, pero no construir un
mundo en paz como hacemos los demás.
Y claro que tenéis
razón, la clave está en cómo aprovechar tu rebeldía, pero antes veamos cómo nos
han ido “programando” desde que éramos niños:
-
Nos decían que no hiciéramos una cosa u otra
porque era “peligrosa”.
-
Nos manipulaban de tal manera que el AMOR era un premio por buen
comportamiento y el ENFADO un
castigo por mal comportamiento.
-
Nos decían que teníamos que comportarnos bien
porque era muy importante lo que “pensaran
los demás”.
-
Nos decían que la felicidad no existía, que era
un sueño muy bonito, pero que hay que “hacer
lo que hay que hacer”.
-
Nos hacían ver que la vida era sufrimiento y que era lo que tocaba.
Entonces nos
llegaba la adolescencia y nos “rebelábamos”
contra todo eso que nos habían programado y, claro, aquí llegaba el choque
generacional, porque no queríamos que nos siguieran “programando” , queríamos ver el mundo por nosotros mismos y,
además, las únicas personas que nos entendían eran nuestros amigos
adolescentes, porque pensaban y sentían como nosotros, con ansias de “libertad”.
Como os he
dicho antes, es importante “gestionar” esa rebeldía y como aprendamos a hacerlo
y enseñemos a los demás a hacerlo, porque la rebeldía no debe implicar
violencia.
Y si no lo
creéis, fijaos, todos los avances sociales, civiles, económicos, tecnológicos,
humanos en general se producen porque hay gente rebelde que no se conforma, que
cree que hay otra manera de hacer las cosas, que piensa que se puede seguir
creciendo, evolucionando, mejorando y que piensan que el futuro puede ser
mejor, en contra de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Aquí podemos
poner múltiples ejemplos, la lucha obrera, la igualdad de género, los derechos
civiles, internet, la sociedad de la información, las redes sociales…
Entonces, vayamos
a la clave, no rechacemos la rebeldía, gestionémosla. Porque, no solo se
programa a los niños, sino que cuando pasamos la adolescencia y nos
introducimos en la sociedad “productiva”, sigue la programación, y mucho más
intensa.
Hace mucho
tiempo, cuando estaba comenzando mi carrera profesional, en una empresa en la que
trabajaba, me dijeron 2 frases que me marcaron profundamente:
-
A ti no te pagan para pensar
-
En esta empresa, el clavo que sobresale se lleva
un martillazo.
¿Alguno de vosotros ha vivido alguna
situación similar?
Pues entonces
no nos conformemos, cambiemos la manera de hacer las cosas, escuchemos a las
personas que tienen que aportar, que sumar, que saben cómo evolucionar, crecer
y hacernos crecer.
Si no tenemos
el valor suficiente de luchar contra todos por cambiar las cosas, por lo menos
ayudemos a los que quieren cambiarlas y mejorarlas, los que tienen grandes
ideas y dejémosles que las hagan realidad.
Pero eso ¿cómo se
hace?
Os cuento otra
situación que me ocurrió hace muchos años (unos años después de la anterior),
La empresa en
la que trabajaba me envió 2 nuevos colaboradores para formar parte del equipo
de la oficina que yo lideraba, eran 2 chicos jóvenes, con 2 perfiles muy
distintos, uno era una persona muy dócil que había que enseñar, empujar y guiar
y el otro era un “potro salvaje”, con una gran creatividad, y una fuerza e
ímpetu increíbles.
Podríamos
haber cometido el error de centrarnos en el “fácil” y decir que la otra persona
no se “adaptaba” a la cultura de la empresa, pero afortunadamente decidimos
hacer algo muy distinto.
Desde el primer
momento acertamos al considerar que había que “gestionar” a esas 2 personas de
una manera distinta:
-
Al primero había que ayudarle y “tirar de él”.
-
Al segundo había que dejarle fluir y solo
“sostenerle” para ir guiándole.
Al final,
conseguimos, no solo que ambos se desarrollaran y fueran grandes profesionales,
sino que ambos se complementaran, se aportaran el uno al otro lo que no tenían,
e hicieran crecer al equipo en su conjunto.
Ambos
entendieron que eran distintos, que se les iba a liderar de una manera distinta
y que se les iba a exigir cosas distintas, aunque siempre tuvieron claro que
iban a recibir un trato totalmente justo y adaptado a sus características y
competencias, con 2 objetivos muy claros:
-
Su desarrollo personal y profesional.
-
Y la consecución de los resultados globales del
equipo.
En este caso,
esa rebeldía bien gestionada, esa persona que veía posibilidades donde otros no
lo hacían, que creía que todo se podía mejorar y que quería utilizar su
creatividad para mejorarnos a todos, hizo que, efectivamente, los resultados se
multiplicaran y que tanto el grupo como las personas aumentasen su bienestar,
satisfacción, confianza e implicación.
Aunque ya os
podéis hacer una idea de lo que voy a contestar, al principio de este post os
dije que respondería a las preguntas que os hice al comenzar, y como no quiero
faltar a mi palabra, eso es lo que voy a hacer.
Siempre he
sido una persona “Rebelde”, en una
época de la vida se me quiso convencer de que era algo malo que debía corregir
pero, afortunadamente, en mi vida me he encontrado con personas que me hicieron
ver que esa “Rebeldía” no era mala,
sino que podía elegir como aprovecharla, era mi decisión:
-
Podía usar mi rebeldía para enfrentarme al
mundo, ponerme contra él, protestar por todo y ver quién de los dos, el mundo o
yo, era más fuerte.
-
O podía aprovechar esa rebeldía, ese espíritu
crítico, esa idea de que las cosas pueden cambiar y mejorar, para construir un
mundo mejor.
Afortunadamente
opté por la segunda opción, la cual sigo trabajando día a día, unas veces con
mejores resultados que otras, porque como hemos dicho al principio, ser “Rebelde” no es nada fácil.
Para terminar
este post quiero compartir con vosotros una última reflexión:
Alguien una
vez me dijo que cuando se es padre, uno se vuelve más “conservador”, “realista”
y se deja de “rebeldía y tonterías”.
Os cuento que la
vida me ha hecho el mejor regalo del mundo, ya que soy padre de 2 hermosas
niñas desde hace 2 años y, viéndolas cada día, cómo quieren ser libres,
explorar y descubrir un mundo, y viendo como el mundo intenta “cortarles las
alas” y “programarlas”, me reafirmo en mi clara convicción de que no quiero que
nunca pierdan esa “Rebeldía” y, por
consiguiente, esa libertad.
Eso sí,
intentaré que apliquen su rebeldía no para destruir, sino para crear un mundo
mejor para ellas y para todos.
Muchas
gracias,
Héctor Trinidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar, un fuerte abrazo.