viernes, 1 de julio de 2016

¿Eres Rebelde?

Me gustaría que te hicieras esta pregunta a ti mismo y dedicaras unos segundos a pensar la respuesta antes de continuar leyendo este post.

Otra cosa que te pido es que seas sincero contigo mismo, nadie más que tú va a saber la respuesta, no tienes una cámara detrás de ti ni a nadie leyendo tu mente, te lo prometo.

Bien, ¿ya tienes un Sí o un No?

¿O quizá tienes un…Depende?


Entonces continuemos con otra pregunta, a lo mejor te lleva un poco más de tiempo contestártela, pero de igual manera…

!!!!! No te mientas !!!!! La pregunta es:

¿Por qué?

¿Por qué crees que eres “Rebelde”, o que no lo eres, o que…Depende?

¿Ya tienes la respuesta?

¿Sí? Enhorabuena, a mí me costó años entender si lo era o no, y sobre todo…Por qué.

Y ya que un día me planteé esas preguntas que os acabo de hacer, os aseguro que al finalizar el post os daré mi propia respuesta, pero antes de todo eso quiero haceros una tercera pregunta:

¿Cuándo habéis pensado en “Rebelde”…lo habéis hecho desde un punto de vista positivo o negativo?

Es decir, ¿pensáis que ser “Rebelde” es bueno o es malo?

Fijaos, si leemos en el diccionario el significado de “Rebelde” , nos diría algo así:
1)    Persona que se opone al poder o la autoridad 
2)    Persona difícil de dirigir o controlar 

Entonces…os vuelvo a hacer la pregunta, ¿ser rebelde es bueno o es malo?

Difícil de contestar, ¿cierto?

Os voy a contar un secreto, siempre que hago una entrevista a un candidato para cualquier posición le hago esas 2 preguntas, si se considera una persona rebelde y por qué, ya que la respuesta a estas preguntas están muy en el interior de nosotros mismos y dan una imagen muy clara de la manera de ser, pensar y actuar que tiene cada persona.

Fijaos, en principio, parecería que un trabajador rebelde puede ser malo: “Alguien que se opone al poder o la autoridad y que es difícil de dirigir o controlar”…

!Vaya! No quiero a nadie así conmigo, bastantes problemas tenemos ya para que venga un revolucionario a destrozarlo todo, pero…
-          
            ¿Y si eso es lo que necesita mi organización/mi sociedad/mi país/el mundo?
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        ¿Y si estamos haciendo las cosas mal porque nadie cuestiona que se pueden hacer mejor?
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           ¿Y si nuestra empresa, sociedad, país, mundo no avanza porque nadie se atreve a dar un paso al frente y plantar cara a la autoridad?

Ah bueno, entonces sí, claro, es necesario que vengan grandes líderes visionarios a cambiar las cosas. Pero que vengan otros a cambiarlas, porque si lo hago yo…

Porque ser “Rebelde” es difícil, ¿cierto? Podemos tener una vida más fácil si nos adaptamos a lo que nos dicen que si nos rebelamos, ¿verdad?

Y esto…¿por qué?¿Por qué pensamos así?

Si a nosotros nos gusta el concepto “romántico” de Rebeldía, si en las películas los “Rebeldes” siempre son los buenos y ganan luchando contra el poder opresor, ya sea en culturas indígenas, en revoluciones de pueblos contra caudillos, en imperios pasados o incluso en mundos futuros dominados por máquinas…siempre nos gustaría ser ese héroe(o heroína) que consigue ganar, ese David que vence a Goliat, ese débil que puede al todopoderoso.

Pues porque nos “programan” para pensar así. Nos “programan” para no rebelarnos, para someternos, para pensar como quieren que pensemos y para actuar como quieren que actuemos.

Pero bueno, siempre nos quedarán las películas para soñar que somos el héroe/heroína “Rebelde” que gana al todopoderoso (y que se lleva al chico o a la chica).

En este punto podéis pensar…!!! Oye, que a mi no me manipula nadie !!! Yo hago todo lo que quiero, y la gente que se rebela son antisistema, o fanáticos, o gente improductiva, que lo único que quieren es desestabilizar, pero no construir un mundo en paz como hacemos los demás.

Y claro que tenéis razón, la clave está en cómo aprovechar tu rebeldía, pero antes veamos cómo nos han ido “programando” desde que éramos niños:
-          
            Nos decían que no hiciéramos una cosa u otra porque era “peligrosa”.
-          
           Nos manipulaban de tal manera que el AMOR era un premio por buen comportamiento y el ENFADO un castigo por mal comportamiento.

-          Nos decían que teníamos que comportarnos bien porque era muy importante lo que “pensaran los demás”.

-          Nos decían que la felicidad no existía, que era un sueño muy bonito, pero que hay que “hacer lo que hay que hacer”.

-          Nos hacían ver que la vida era sufrimiento y que era lo que tocaba.

Entonces nos llegaba la adolescencia y nos “rebelábamos” contra todo eso que nos habían programado y, claro, aquí llegaba el choque generacional, porque no queríamos que nos siguieran “programando” , queríamos ver el mundo por nosotros mismos y, además, las únicas personas que nos entendían eran nuestros amigos adolescentes, porque pensaban y sentían como nosotros, con ansias de “libertad”.

Como os he dicho antes, es importante “gestionar” esa rebeldía y como aprendamos a hacerlo y enseñemos a los demás a hacerlo, porque la rebeldía no debe implicar violencia.

Y si no lo creéis, fijaos, todos los avances sociales, civiles, económicos, tecnológicos, humanos en general se producen porque hay gente rebelde que no se conforma, que cree que hay otra manera de hacer las cosas, que piensa que se puede seguir creciendo, evolucionando, mejorando y que piensan que el futuro puede ser mejor, en contra de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Aquí podemos poner múltiples ejemplos, la lucha obrera, la igualdad de género, los derechos civiles, internet, la sociedad de la información, las redes sociales…

Entonces, vayamos a la clave, no rechacemos la rebeldía, gestionémosla. Porque, no solo se programa a los niños, sino que cuando pasamos la adolescencia y nos introducimos en la sociedad “productiva”, sigue la programación, y mucho más intensa.

Hace mucho tiempo, cuando estaba comenzando mi carrera profesional, en una empresa en la que trabajaba, me dijeron 2 frases que me marcaron profundamente:

-          A ti no te pagan para pensar
-          En esta empresa, el clavo que sobresale se lleva un martillazo.

                 ¿Alguno de vosotros ha vivido alguna situación similar?

Pues entonces no nos conformemos, cambiemos la manera de hacer las cosas, escuchemos a las personas que tienen que aportar, que sumar, que saben cómo evolucionar, crecer y hacernos crecer.

Si no tenemos el valor suficiente de luchar contra todos por cambiar las cosas, por lo menos ayudemos a los que quieren cambiarlas y mejorarlas, los que tienen grandes ideas y dejémosles que las hagan realidad.
                                 
                                   Pero eso ¿cómo se hace?

Os cuento otra situación que me ocurrió hace muchos años (unos años después de la anterior),

La empresa en la que trabajaba me envió 2 nuevos colaboradores para formar parte del equipo de la oficina que yo lideraba, eran 2 chicos jóvenes, con 2 perfiles muy distintos, uno era una persona muy dócil que había que enseñar, empujar y guiar y el otro era un “potro salvaje”, con una gran creatividad, y una fuerza e ímpetu increíbles.

Podríamos haber cometido el error de centrarnos en el “fácil” y decir que la otra persona no se “adaptaba” a la cultura de la empresa, pero afortunadamente decidimos hacer algo muy distinto.

Desde el primer momento acertamos al considerar que había que “gestionar” a esas 2 personas de una manera distinta:

-          Al primero había que ayudarle y “tirar de él”.
-          Al segundo había que dejarle fluir y solo “sostenerle” para ir guiándole.

Al final, conseguimos, no solo que ambos se desarrollaran y fueran grandes profesionales, sino que ambos se complementaran, se aportaran el uno al otro lo que no tenían, e hicieran crecer al equipo en su conjunto.

Ambos entendieron que eran distintos, que se les iba a liderar de una manera distinta y que se les iba a exigir cosas distintas, aunque siempre tuvieron claro que iban a recibir un trato totalmente justo y adaptado a sus características y competencias, con 2 objetivos muy claros:

-          Su desarrollo personal y profesional.

-          Y la consecución de los resultados globales del equipo.

En este caso, esa rebeldía bien gestionada, esa persona que veía posibilidades donde otros no lo hacían, que creía que todo se podía mejorar y que quería utilizar su creatividad para mejorarnos a todos, hizo que, efectivamente, los resultados se multiplicaran y que tanto el grupo como las personas aumentasen su bienestar, satisfacción, confianza e implicación.

Aunque ya os podéis hacer una idea de lo que voy a contestar, al principio de este post os dije que respondería a las preguntas que os hice al comenzar, y como no quiero faltar a mi palabra, eso es lo que voy a hacer.

Siempre he sido una persona “Rebelde”, en una época de la vida se me quiso convencer de que era algo malo que debía corregir pero, afortunadamente, en mi vida me he encontrado con personas que me hicieron ver que esa “Rebeldía” no era mala, sino que podía elegir como aprovecharla, era mi decisión:

-          Podía usar mi rebeldía para enfrentarme al mundo, ponerme contra él, protestar por todo y ver quién de los dos, el mundo o yo, era más fuerte.

-          O podía aprovechar esa rebeldía, ese espíritu crítico, esa idea de que las cosas pueden cambiar y mejorar, para construir un mundo mejor.

Afortunadamente opté por la segunda opción, la cual sigo trabajando día a día, unas veces con mejores resultados que otras, porque como hemos dicho al principio, ser “Rebelde” no es nada fácil.

Para terminar este post quiero compartir con vosotros una última reflexión:

Alguien una vez me dijo que cuando se es padre, uno se vuelve más “conservador”, “realista” y se deja de “rebeldía y tonterías”.

Os cuento que la vida me ha hecho el mejor regalo del mundo, ya que soy padre de 2 hermosas niñas desde hace 2 años y, viéndolas cada día, cómo quieren ser libres, explorar y descubrir un mundo, y viendo como el mundo intenta “cortarles las alas” y “programarlas”, me reafirmo en mi clara convicción de que no quiero que nunca pierdan esa “Rebeldía” y, por consiguiente, esa libertad.

Eso sí, intentaré que apliquen su rebeldía no para destruir, sino para crear un mundo mejor para ellas y para todos.

Muchas gracias,


Héctor Trinidad

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