miércoles, 4 de diciembre de 2013

¡No le pagamos para hacer amigos pero…podemos botarle si no los hace!

    
     Hace tiempo escuché esta frase en una charla de un conocido conferencista colombiano (al que agradezco toda la sabiduría que me aportó), la cual me hizo reflexionar, dedicar un tiempo a analizar mi trayectoria profesional y sacar muchas conclusiones que hoy quiero compartir con usted.

     Lo primero que se me vino a la mente fueron las evaluaciones de desempeño que me hacían hace más de 10 años en la empresa en la que trabajaba, en ella se evaluaban una serie de habilidades, entre las que me llamaba mucho la atención una en especial, la que se refería a “Relaciones Interpersonales”.

     Hace 10 años yo no le daba mucha importancia a esto de las “Relaciones Interpersonales”, debido a que desconocía el alcance que realmente tenía, yo pensaba, bueno, tengo amigos, soy simpático, incluso popular entre la gente que me conoce…¿bastará con eso?


     Con el paso del tiempo me di cuenta que el concepto iba mucho más allá, e intentaré explicarle lo que entiendo por “Relaciones Interpersonales” a día de hoy, sin embargo antes de exponérselo me gustaría hacer una pequeña introducción para crear el contexto necesario.
 
     Hace unas décadas, en el mundo laboral, el conocimiento y la sabiduría era un activo muy preciado, pero no por las organizaciones, sino por las personas.
 
     Las empresas estaban llenas de trabajadores especialistas en algo, lo que fuera, que los hacía fuertes dentro de su organización, era como el Anillo de la novela de Tolkien, una especie de “tesoro” que no se quería compartir con nadie, para no perder su “imprescindibilidad” (no sé si esta palabra existe, pero quiero referirme con ella a la necesidad de sentirse importante y útil dentro de la empresa porque se tiene algo de lo que los demás carecen y, ni por todo el oro del mundo, compartirlo con los demás).
 
      Afortunadamente, ese individualismo egoísta se ha ido sustituyendo en las organizaciones por una cultura colaborativa, en la que el equipo está muy por encima de comportamientos individuales.
 
      Una de las primeras preguntas que les suelo hacer a mis alumnos en mis talleres es:
 
      En un coche de Formula 1…¿Cuál es la pieza más importante? Un primer impulso les hace decir…las ruedas, el motor, el piloto…y cuando ellos están decidiendo cuál es la más importante, les pregunto…

      Si faltase cualquiera de esas piezas que tiene ese coche, aunque sea el más pequeño tornillo…¿el coche de Formula1 seguiría funcionando?

      Entonces la respuesta es contundente…NO

     Efectivamente, en el mundo empresarial todas las piezas son importantes y el equipo está por encima del individuo.

     Es por eso que, dentro de las habilidades que más se valoran en el mundo laboral actual está la capacidad de trabajar en equipo, de sentirse una parte importante de un proyecto que está muy por encima de nosotros mismos.

     Pero…¿y si somos el líder del equipo? ¿Qué cualidades debemos tener? Entonces la siguiente pregunta que les hago a mis alumnos es…¿un líder de equipo debe ser experto en todo?
 
     Aquí el debate es aún mayor ya que, como les digo, todavía queda la reminiscencia de que la sabiduría es poder, y el viejo mito de que para promocionar a un puesto superior, únicamente es necesario demostrar el conocimiento y el desempeño en el puesto anterior.
 
     Por ejemplo, me gustaría que dedicase unos segundos a pensar cuál sería su respuesta ante la siguiente pregunta:

     ¿Un gran vendedor será un gran jefe de ventas?

     En mi opinión puede que lo sea, pero no tiene por qué, ya que las competencias que se necesitan para vender no son las mismas que se necesitan para dirigir un equipo de ventas.

     Los grandes líderes deben tener una serie de habilidades muy específicas, las cuales no me voy a detener a analizar ahora, simplemente comentaré que una de las competencias que mejor se deben tener desarrolladas son las “Relaciones Interpersonales”…¿Por qué?

     - En primer lugar porque un gran líder debe rodearse de las mejores piezas para formar su proyecto.
 
      - En segundo lugar debe gestionar ese equipo de trabajo, de tal manera que sea capaz de sacar lo mejor de cada miembro y encajar todas las piezas a la perfección para obtener un resultado óptimo del equipo.
 
      - En tercer lugar, debe relacionarse con otros departamentos dentro de la organización con los que, sin duda, tendrá que adoptar un rol distinto, para poder trabajar con ellos en equipo.
     
      - En cuarto lugar, debe relacionarse con sus responsables, a los cuales debe “vender” las bondades del trabajo que él y su equipo están realizando y, sobre todo, poder transmitir el beneficio que aportan a la empresa.
 
      - Y, por último, es probable que deba relacionarse con clientes, proveedores y otros agentes externos a la organización que, sin duda, serán claves para el éxito del proyecto.
 
       Si se dan cuenta, nuestro éxito depende mucho más de lo que pensamos de la capacidad que tengamos de relacionarnos con los demás, y no hay que saber más que nadie, sino rodearnos de las personas que más saben, las más válidas para cada función y tener la habilidad de gestionar dichas personas, lo cual, no les quepa ninguna duda, es el aspecto más complicado de la dirección de equipos.
 
       Porque una de las cosas más difíciles en las relaciones humanas es tener la capacidad de ser empáticos con los demás, entendiendo a cada persona desde su individualidad y su singularidad, y comprendiendo cómo esas personas actuarían ante situaciones determinadas, ya que solemos cometer el error de pensar que las personas deberían actuar como nosotros lo haríamos y, cuando no lo hacen así, pensar que no están haciendo las cosas correctamente, sin ni siquiera dedicar un segundo a pensar el por qué de su comportamiento.
 
       El marketing se dedica en exclusiva a conocer el comportamiento de los clientes para anticiparse a sus reacciones antes de que sucedan, entonces...si hay departamentos empresariales dedicados a conocer al cliente…¿por qué no dedicamos nada de nuestro tiempo a conocer a las personas con las que trabajamos?
 
        Entonces por todo lo que hemos visto en este artículo, terminamos preguntándole...

 
         ¿Aún piensa que no le pagan para hacer amigos?

 
 
Héctor Trinidad Quijada

Socio Director en NASH Humanes Consulting

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