Es una pregunta a la cual me gustaría que todos los que lean este artículo dediquen un minuto a pensar la respuesta y la compartan con todos nosotros, yo les voy a dar mi punto de vista (que no les pido que compartan), el cual intentaré argumentarles.
Para mí la respuesta
es muy simple, aunque me ha costado muchos años encontrarla…Simplemente, porque
nos educan para que no tengamos sueños y esto hace que, implícitamente, nos
prohíban que los tengamos pero…yo me pregunto…¿Tan peligroso es que soñemos? Pues
resulta que sí.
Para que vean lo
peligroso que es que soñemos, vamos a analizar lo que es nuestra vida desde el
momento de nuestro nacimiento, en el cual comenzamos a aprender, y en los
primeros años de vida, que es cuando se forma nuestro carácter.
En los primeros años
de vida el niño es libre, es feliz, sonríe, es espontáneo, aprende todo lo que
le rodea, primero instintivamente, tocando, chupando…posteriormente de una
manera emocional, asociando caras alegres con el amor y el cariño y caras de enfado
con malos comportamientos, y posteriormente, en una tercera fase, comienza a
desarrollarse nuestro cerebro racional, y es aquí donde vamos perdiendo
libertad, nuestro comportamiento es condicionado exponencialmente y,
curiosamente, comenzamos a dejar de sonreír y soñar, nos hacemos adultos,
responsables, más aburridos y empezamos a hacer lo que se debe hacer y, si no,
se nos comienza a reprimir.
Porque es a medida
que vamos creciendo, cuando nuestros padres y la sociedad nos van educando, y
esa educación es la que nos va cortando las alas y nos va privando de la
libertad.
Pero, ¿eso quiere
decir que no nos quieran? No, para nada, no estoy diciendo que ningún padre no
quiera a sus hijos, ni que quiera algún mal para ellos, al contrario, estoy
completamente seguro que sus hijos son lo que más aman en el mundo pero,
simplemente, el control de riesgos que ejercen sobre ellos les quita la
libertad y, sin libertad, los sueños no se pueden hacer realidad.
En este punto quiero
distinguir libertad y libertinaje, desde el punto de vista de la
responsabilidad de los actos, porque probablemente hayan pensado que estoy
haciendo un alegato del comportamiento anárquico, irreverente e irresponsable,
nada más lejos de mi intención.
Por supuesto, las
personas formamos parte de una sociedad en la que hay normas establecidas y, si
no las cumplimos, habrá unas consecuencias que debemos asumir, pero no podemos
dejarnos llevar por la presión social, familiar o de nuestro círculo de
relaciones para que condicionen nuestro comportamiento y nuestra vida, porque
al fin y al cabo es nuestra vida, no la de los demás (aunque a veces parezca lo
contrario).
Es muy curioso cómo, los seres humanos, nos
dejamos influenciar por la opinión de los demás, sobre todo porque necesitamos
ser aceptados, queridos, reconocidos...pero cuando perdemos el control de
nuestras decisiones ya que hacemos lo que los demás esperan que hagamos…¿Qué
hacemos?
Intentamos controlar a otros.
Siempre nos
preocupamos más de que los demás cambien lo que consideramos que hacen mal, en
vez de mirar en nuestro interior e intentar cambiar lo que no nos gusta de
nosotros mismos.
Fijémonos en un ejemplo que se repite
generación tras generación en la relación padres/hijos. Tras la excusa de
“quiero lo mejor para mis hijos” o “quiero que mis hijos tengan las
oportunidades que yo no tuve”, los padres intentan que sus hijos cumplan los
sueños que ellos no se atrevieron a cumplir…¿Por qué? Seguramente, un padre al
que se le haga esta pregunta diga que él no tuvo las oportunidades (y sea
cierto), pero…¿Eso quiere decir que su hijo esté obligado a hacer lo que él no
pudo? Yo creo que no.
Entonces, ¿Por qué estas personas
intentan que sus hijos hagan lo que ellos no pudieron y no les dejan que tengan
sus propios sueños?
Porque pensamos que, cuando somos
adultos y responsables, ya tenemos el suficiente raciocinio para saber “lo que
hay que hacer”.
Y la pregunta clave es…¿Qué es lo que hay que
hacer?¿Quién lo determina?¿Quién tiene la certeza de saber qué es lo que se
debe hacer?
En la actualidad, la
sociedad nos dice que una persona debe ir a la escuela, a la universidad,
encontrar un buen trabajo, buscar una pareja, comprarse una casa, tener hijos
y…¿Dónde están los sueños? Efectivamente, cuando tengamos hijos, haremos que sean nuestros
hijos los que los cumplan, ya que nosotros no hemos podido.
Si hacemos lo que se
supone que debemos hacer, seremos siempre miembros del rebaño, no nos
encontraremos desamparados, no seremos rechazados socialmente, no pasaremos frío
ni hambre pero, ¿seremos felices o viviremos frustrados porque hemos vivido la
vida que se suponía que debíamos vivir pero no la que nosotros queríamos?
Si se paran a pensar
en personajes influyentes en la historia, ¿hicieron los que se debía hacer o fueron
innovadores y rompieron con el “status quo” establecido?
Alguien una vez dijo
que la tierra no era el centro del universo, otra persona dijo un día que la
tierra era redonda, otros dijeron que el hombre podría volar, incluso algún
osado llegó a pensar que se podría viajar al espacio y, ¿Qué le hicieron al que
pensó que todas las personas eran iguales a pesar de su raza, sexo o religión?
Soñar es peligroso
porque significa no estar conforme con lo que se tiene, con el estado de las
cosas, y significa desear que las cosas cambien, y siempre habrá personas
interesadas en que nada cambie, pero no duden que la sociedad evoluciona porque hay una minoría
de inconformistas que sueñan con un futuro mejor.
Nosotros no nos resistimos a dejar de soñar, ya que:
-
Soñamos con un país donde todos los colombianos tengan
oportunidad de mejorar laboralmente.
-
Soñamos con una sociedad que protege a los más
desfavorecidos.
-
Soñamos con formar, orientar y ayudar a encontrar un
empleo a quien lo ha perdido.
-
Y, sobre todo, soñamos con un sistema que ayuda a
volver a integrar a quien lo necesita y no le desplaza en los momentos de mayor
dificultad.
Es por eso, por todos
nuestros sueños, que nos despertamos cada día y luchamos por ellos, porque no
queremos que nadie nos haga dejar de soñar, ya que la historia nos ha
demostrado que…
Los sueños de
hoy, son las realidades de mañana.
Héctor
Trinidad Quijada
Socio Director de NASH Humanes Consulting
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