miércoles, 18 de diciembre de 2013

¿Por qué los adultos dejan de soñar?

      Es una pregunta a la cual me gustaría que todos los que lean este artículo dediquen un minuto a pensar la respuesta y la compartan con todos nosotros, yo les voy a dar mi punto de vista (que no les pido que compartan), el cual intentaré argumentarles.
 
      Para mí la respuesta es muy simple, aunque me ha costado muchos años encontrarla…Simplemente, porque nos educan para que no tengamos sueños y esto hace que, implícitamente, nos prohíban que los tengamos pero…yo me pregunto…¿Tan peligroso es que soñemos? Pues resulta que sí.
      Para que vean lo peligroso que es que soñemos, vamos a analizar lo que es nuestra vida desde el momento de nuestro nacimiento, en el cual comenzamos a aprender, y en los primeros años de vida, que es cuando se forma nuestro carácter.
      En los primeros años de vida el niño es libre, es feliz, sonríe, es espontáneo, aprende todo lo que le rodea, primero instintivamente, tocando, chupando…posteriormente de una manera emocional, asociando caras alegres con el amor y el cariño y caras de enfado con malos comportamientos, y posteriormente, en una tercera fase, comienza a desarrollarse nuestro cerebro racional, y es aquí donde vamos perdiendo libertad, nuestro comportamiento es condicionado exponencialmente y, curiosamente, comenzamos a dejar de sonreír y soñar, nos hacemos adultos, responsables, más aburridos y empezamos a hacer lo que se debe hacer y, si no, se nos comienza a reprimir.
      Porque es a medida que vamos creciendo, cuando nuestros padres y la sociedad nos van educando, y esa educación es la que nos va cortando las alas y nos va privando de la libertad.
      Pero, ¿eso quiere decir que no nos quieran? No, para nada, no estoy diciendo que ningún padre no quiera a sus hijos, ni que quiera algún mal para ellos, al contrario, estoy completamente seguro que sus hijos son lo que más aman en el mundo pero, simplemente, el control de riesgos que ejercen sobre ellos les quita la libertad y, sin libertad, los sueños no se pueden hacer realidad.
      En este punto quiero distinguir libertad y libertinaje, desde el punto de vista de la responsabilidad de los actos, porque probablemente hayan pensado que estoy haciendo un alegato del comportamiento anárquico, irreverente e irresponsable, nada más lejos de mi intención.
      Por supuesto, las personas formamos parte de una sociedad en la que hay normas establecidas y, si no las cumplimos, habrá unas consecuencias que debemos asumir, pero no podemos dejarnos llevar por la presión social, familiar o de nuestro círculo de relaciones para que condicionen nuestro comportamiento y nuestra vida, porque al fin y al cabo es nuestra vida, no la de los demás (aunque a veces parezca lo contrario).
      Es muy curioso cómo, los seres humanos, nos dejamos influenciar por la opinión de los demás, sobre todo porque necesitamos ser aceptados, queridos, reconocidos...pero cuando perdemos el control de nuestras decisiones ya que hacemos lo que los demás esperan que hagamos…¿Qué hacemos?
Intentamos controlar a otros. 
      Siempre nos preocupamos más de que los demás cambien lo que consideramos que hacen mal, en vez de mirar en nuestro interior e intentar cambiar lo que no nos gusta de nosotros mismos.
      Fijémonos en un ejemplo que se repite generación tras generación en la relación padres/hijos. Tras la excusa de “quiero lo mejor para mis hijos” o “quiero que mis hijos tengan las oportunidades que yo no tuve”, los padres intentan que sus hijos cumplan los sueños que ellos no se atrevieron a cumplir…¿Por qué? Seguramente, un padre al que se le haga esta pregunta diga que él no tuvo las oportunidades (y sea cierto), pero…¿Eso quiere decir que su hijo esté obligado a hacer lo que él no pudo? Yo creo que no. 
       Entonces, ¿Por qué estas personas intentan que sus hijos hagan lo que ellos no pudieron y no les dejan que tengan sus propios sueños?
        Porque pensamos que, cuando somos adultos y responsables, ya tenemos el suficiente raciocinio para saber “lo que hay que hacer”.
 
     Y la pregunta clave es…¿Qué es lo que hay que hacer?¿Quién lo determina?¿Quién tiene la certeza de saber qué es lo que se debe hacer?
      En la actualidad, la sociedad nos dice que una persona debe ir a la escuela, a la universidad, encontrar un buen trabajo, buscar una pareja, comprarse una casa, tener hijos y…¿Dónde están los sueños? Efectivamente, cuando  tengamos hijos, haremos que sean nuestros hijos los que los cumplan, ya que nosotros no hemos podido.
      Si hacemos lo que se supone que debemos hacer, seremos siempre miembros del rebaño, no nos encontraremos desamparados, no seremos rechazados socialmente, no pasaremos frío ni hambre pero, ¿seremos felices o viviremos frustrados porque hemos vivido la vida que se suponía que debíamos vivir pero no la que nosotros queríamos?
      Si se paran a pensar en personajes influyentes en la historia, ¿hicieron los que se debía hacer o fueron innovadores y rompieron con el “status quo” establecido?
      Alguien una vez dijo que la tierra no era el centro del universo, otra persona dijo un día que la tierra era redonda, otros dijeron que el hombre podría volar, incluso algún osado llegó a pensar que se podría viajar al espacio y, ¿Qué le hicieron al que pensó que todas las personas eran iguales a pesar de su raza, sexo o religión?
      Soñar es peligroso porque significa no estar conforme con lo que se tiene, con el estado de las cosas, y significa desear que las cosas cambien, y siempre habrá personas interesadas en que nada cambie, pero no duden que la   sociedad evoluciona porque hay una minoría de inconformistas que sueñan con un futuro mejor.
                Nosotros no nos resistimos a dejar de soñar, ya que:
-       Soñamos con un país donde todos los colombianos tengan oportunidad de mejorar laboralmente.
-       Soñamos con una sociedad que protege a los más desfavorecidos.
-       Soñamos con formar, orientar y ayudar a encontrar un empleo a quien lo ha perdido.
-       Y, sobre todo, soñamos con un sistema que ayuda a volver a integrar a quien lo necesita y no le desplaza en los momentos de mayor dificultad.
 Es por eso, por todos nuestros sueños, que nos despertamos cada día y luchamos por ellos, porque no queremos que nadie nos haga dejar de soñar, ya que la historia nos ha demostrado que…
 
 Los sueños de hoy, son las realidades de mañana.
 
Héctor Trinidad Quijada
Socio Director de NASH Humanes Consulting

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