Hace unos días comencé mi rutina habitual y
me di cuenta que, en los últimos años, ninguno de los propósitos que me planteé
he conseguido cumplirlo y entonces me surgió la necesidad de encontrar el por
qué, ya que tengo la sensación de que algo estoy haciendo mal.
Resulta que, tras un profundo análisis, me
he dado cuenta que no cumplo mis propósitos por una de estas razones:
1) No
tengo la preparación necesaria – Un año me propuse que quería aprender a
pilotar un avión, pero al comenzar a informarme sobre lo necesario para
hacerlo, me di cuenta que no solo era tomar los mandos de una aparato, sino que
debía tener conocimientos de física, matemáticas y otras materias en las que
tenía los conocimientos necesarios.
2) No
tengo la motivación necesaria – Un año me plantee que debía perder los 5 kilos
que me sobraban, pero al segundo día de hacer dieta, vi que el sacrificio que
tenía que hacer era mayor que la recompensa que iba a obtener, mirándome al
espejo…tampoco estoy tan gordo (o por lo menos de eso me intento convencer)
3) No
paso a la acción – Un año me prometí a mi mismo escribir un libro. Sabía de qué
quería hablar, estaba motivado para hacerlo…pero en esta ocasión nunca encontré
el momento óptimo para escribir ni la primera página…!Qué lástima!
4)
He pasado a la acción pero he abandonado – Esto me pasó
el año que me propuse hacer deporte. Sabía cómo hacerlo, tenía la motivación,
pasé a la acción, correr 4 días por semana…sin embargo al cabo de unas semanas
ya solo iba 3 días, después pasé a 2 y…sin darme cuenta dejé de correr. Lo peor
es que me intentaba engañar a mí mismo diciéndome que lo haría la semana
siguiente. El problema es que no había adquirido ningún compromiso con nadie,
solo conmigo mismo y…me engañé.
Por eso este año he decidido comprometerme
a algo que sí puedo hacer, y eso es…”Cambiar
el mundo”.
En este momento ustedes estarán pensando
que estoy un poco loco, ya que si no he sido capaz de cumplir ninguno de mis
propósitos, ¿cómo voy a ser capaz de
cambiar el mundo?
Pues se lo voy a explicar, porque no es una
idea tan descabellada, al contrario, me parece realmente fácil, ya que es una
idea que he madurado bastante.
En
primer lugar pensé cómo podía cambiar el mundo desde mi círculo más cercano
y llegué a la conclusión de que podía hacer muchas cosas distintas de las que
hago cada día de mi vida:
-
Puedo despertarme con una sonrisa y decirle a mi esposa
cada día que la amo
-
Puedo ser más agradable con mis padres
-
Puedo entender mejor a mis hijos y acompañarles y
aconsejarles, en vez de reprenderles.
-
Puedo llamar a mis amigos simplemente para preguntar
cómo se encuentran, en vez de hacerlo simplemente cuando necesito algo de
ellos.
Posteriormente
tuve en cuenta que donde más tiempo paso a lo largo del día es en mi puesto de
trabajo y, nuevamente, reflexioné acerca de lo que podía modificar y decidí
que:
-
Puedo comunicarme mejor con mis compañeros e intentar
entenderles.
-
Puedo ser más generoso en el esfuerzo que realizo cada
día.
-
Puedo afrontar mi trabajo diario desde un punto de
vista positivo y constructivo.
-
Puedo tratar a mis clientes como a mí me gustaría que
me trataran.
-
Puedo entender mejor a mis proveedores, ser más claro
en mis reivindicaciones.
Además,
tengo la suerte de tener una empresa y pensé qué puedo hacer para cambiar el
mundo desde esa perspectiva, y me di cuenta que:
- Puedo
orientarme a aportar algo útil a la sociedad y devolverle parte de lo que me
aporta como empresario.
-
Puedo generar al menos un puesto de trabajo para que
una empresa pueda tener futuro.
-
Puedo desarrollar y formar a las personas que forman
parte de mi organización.
-
Puedo generar un ambiente de trabajo agradable y que mi
empresa sea un gran lugar para trabajar.
Casi
al final, pensé en mis relaciones sociales, que me sirven para ocupar mi
tiempo libre y, otra vez, entendí que también:
-
Puedo preocuparme por el bienestar de mis vecinos.
-
Puedo dedicar el tiempo que paso aburrido a colaborar
con asociaciones que ayuden a los demás.
-
Puedo ser más tolerante con el resto de las personas
que me rodean.
-
Puedo ser crítico con las actuaciones que me parecen
injustas para intentar cambiarlas. - Puedo
ayudar a alguien cuando lo necesita y no esperar a que otros lo hagan.
Una vez que descubrí todo lo que puedo
hacer para cambiar el mundo (seguramente hay muchas más cosas, y espero ir
descubriéndolas poco a poco) decidí analizar por qué en otras ocasiones había
fallado y me di cuenta que cambiar el mundo iba a ser muy fácil porque:
1) Tengo
la preparación necesaria – Sé lo que hay que hacer
2) Tengo
la motivación necesaria – Quiero hacerlo
3) Paso
a la acción – Voy a hacerlo
4)
No voy a abandonar – En este momento me comprometo ante
todos ustedes que nunca abandonaré, si lo hago pueden reprochármelo siempre que
me vean.
Por todo esto, hoy digo que sí…YO VOY A CAMBIAR EL MUNDO
¿Y TÚ?
Héctor Trinidad
Quijada
Socio Director de NASH Humanes Consulting
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar, un fuerte abrazo.