martes, 24 de noviembre de 2015

Y tú…¿Te construyes unas alas?

Uno de los mayores miedos que tenemos los seres humanos es el miedo a volar, y es curioso como lo podríamos aplicar no solo literalmente al hecho físico de tener los pies por encima del suelo.

¡Ojalá todos pudiéramos tener unas alas para volar!...como cuando somos niños.

Cuando nacemos y somos bebés, somos ángeles, volamos libres, tenemos alas…y no tenemos miedo.

Pero, de repente, esas alas tan grandes que nos permiten crecer, aprender, desarrollarnos, disfrutar de la vida y comernos el mundo, empiezan a ser recortadas.


Se nos van recortando por “nuestra seguridad”, para que estemos seguros y huyamos del peligro, para que vivamos en sociedad, para que seamos personas “de provecho”.

Pero…¿nos las cortan por nuestra seguridad…o por la seguridad de los mayores, que quieren que seamos de una determinada manera?

A medida que nos van recortando las alas, poco a poco, vamos perdiendo esa libertad, esa ingenuidad, esa creatividad, ese afán por aprender cosas nuevas, por experimentar y comenzamos a ser y a vivir como los demás quieren que lo hagamos, y lo peor de todo…es que comenzamos a tener miedo, tenemos miedo a volar libres, porque nos han recortado tanto las alas que ya no nos creemos capaces de hacerlo.

Pero la naturaleza es muy sabia, porque si seguimos así sabe que no va a evolucionar,  y llega una época en la que nos hace rebeldes, llega nuestra adolescencia y nuestro ser no se conforma, quiere volver a volar, a reír, a disfrutar, y cuanto más recortadas hayan sido nuestras alas, más ganas tendrá de volver a ser libre.

Nos construimos nuestras propias alas y nos enfrentamos a un mundo nuevo, nos libramos de las cadenas y comenzamos a vivir nuestra vida.

Y entonces, a partir de ahí, ¿vivimos la vida como la deseamos? ¡Ojalá!

No, volvemos a ser incómodos, por ser inconformistas, volvemos a ser un peligro para los demás que, con la excusa de "nuestra seguridad" vuelven a coger la tijera y comienzan implacablemente su labor, nos generan una serie de necesidades que hacen que, además de quitarnos nuestras alas, poco a poco vayamos metiendo piedras en nuestra mochila, todo esto con la intención de que nunca más se nos ocurra volver a pensar que podemos volar.

Nos convertimos en personas “útiles”, ¿pero útiles para quién?

Para todos menos para nosotros mismos, y se nos enseña a que, quien no pertenezca a esa normalidad, es un bicho raro que merece ser castigado, por la sociedad, por el mundo laboral…quien sea distinto no encaja dentro de los estándares que tienen previstos para nosotros.

Mucho se habla de la zona de confort, que estamos dentro de ella, que es culpa nuestra que sigamos ahí, que si queremos podemos salir de ahí, pero…

¿Quién nos ha metido en esa zona de confort? ¿Hemos sido nosotros o han sido los podadores de alas?

No es tan fácil salir de esa zona de confort como se nos vende, ya no tenemos alas, estamos llenos de miedos y, como hemos dicho, una mochila enorme llena de piedras que no nos permite avanzar.

Muchas veces, la única manera de salir de esa zona de confort es que nos echen de ella, que estemos tan desesperados, que toquemos fondo, que lo tengamos todo perdido y que sea entonces cuando nuestra naturaleza pierda el miedo a perder lo que tenemos, porque no tenemos nada, y siga hacia adelante.

En el resto de los casos…será muy difícil…aunque no imposible.

Por eso, si quieres volar y no sabes cómo hacerlo, si sientes que no te gusta lo que haces y quieres hacer algo distinto, si tienes algo enorme en tu interior para regalarle al mundo y nunca te han dejado dárselo…me solidarizo contigo, te entiendo más de lo que crees, y te animo a que no te lo guardes en tu interior, a que lo saques fuera y nos premies al resto con eso tan grande que tienes para darnos.

Pero te advierto, prepárate porque no va a ser fácil, vas a tener que luchar mucho para conseguirlo, ya no tienes alas, ahora tienes miedo.

Por lo que, lo primero que debes hacer es comenzar a reconstruir tus alas, y no es fácil, una vez lo intentaste cuando eras adolescente y te las volvieron a cortar, así que si ahora decides construir unas nuevas, se firme en tu propósito y no pares hasta que tengas las alas más maravillosas del mundo.

Me gustaría advertirte que es muy difícil que lo consigas solo, tienes muchos enemigos que te impedirán hacerlo, el principal lo tienes dentro de ti, es el miedo, que forma ya parte de ti, que vive contigo.

Busca a alguien que te acompañe en el camino y que no te deje rendirte, porque ese miedo saldrá muchas veces a lo largo del camino, asume que tienes miedo, no lo niegues, pero aprende la manera de gestionarlo.

Y no busques a cualquiera, busca a alguien que tenga alas, unas alas tan maravillosas que tú quieras tener unas iguales o mejores, porque será la única manera de que esa persona entienda lo que quieres, lo que deseas y te acompañe en tu camino, te guíe por senderos difíciles y sepa aconsejarte cómo debes actuar en los momentos difíciles, porque esa persona lo sabe, ya que pasó por lo mismo, porque un día también tuvo que construir sus alas.

Estate muy atento a las personas que veas venir con unas tijeras grandes de podar, porque ya sabes a lo que vienen, en tu camino te encontrarás muchas personas que te dirán que no puedes hacerlo, pero realmente lo que te están diciendo es que ellos no pueden hacerlo y no quieren que tú lo hagas.

Y, lo más importante, cuando lo hayas conseguido, siéntete orgulloso de ti, de tu trabajo, de tu esfuerzo, de tu valentía y de que un día decidiste que no te ibas a dejar vencer por el miedo, que aunque lo tuvieras, tú podrías superarlo.

En ese momento, gira la cabeza, mira atrás y párate a pensar en todo lo que has conseguido.

En ese momento, mirando atrás, verás en tu espalda unas alas maravillosas, unas alas con las que naciste, que muchos intentaron cortar una y mil veces y que tú, solo tú, con tu esfuerzo, tesón y valentía, luchaste para volver a construir.

En ese momento…estoy seguro que volverás a mirar hacia adelante y verás a alguien que necesita tu ayuda, en ese momento estarás preparado para decirle…

                                   Y tú…¿Te construyes unas alas?

Si te gustó…compártelo con quien desees
Héctor Trinidad
Director General de NASH

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar, un fuerte abrazo.